viernes, 25 de mayo de 2012

Mis finales de Copa del Rey.



Hace un par de semanas que acabó la competición y quien mas quien menos va “matando el gusanillo” de fútbol con la 2ª División o la fase de ascenso de 2ª B hasta que comience la Eurocopa. En lo que al Atlético de Madrid se refiere suenan nombres, muchos nombres. Primero los de Adrián, Juanfran y Domínguez a los que Del Bosque ha convocado para esa “OT Selección” en la se ha convertido esa pre-lista para la Eurocopa de Polonia-Ucrania. Y luego, como cada verano, están los de las altas y bajas que puede haber en la plantilla. Por un lado, y como norma habitual, los de Falcao, Diego, Arda, Adrián, Courtois, etc.… De cada uno vamos a estar escuchando 1000 rumores durante los próximos meses. Por otro, los de las posibles incorporaciones. A bote pronto, recuerdo que han sonado Botía, Casado, Javi Márquez, Capoue, Giroud, Emre, Capel (¡¡si, si, Capel!! ese que jugó en el Sevilla y que cada vez que se caía al suelo se revolcaba como una perra moribunda), etc., etc.… El verano es largísimo y nos vamos a hartar de escuchar nombres de futbolistas. Propios y ajenos…

Pero hoy la actualidad manda y en el Calderón se juega la Final de la Copa del Rey. No voy a entrar en discusiones políticas. Si finalmente el himno español es silbado será una falta de respeto (una mas) de 2 aficiones tremendamente politizadas. Pero insisto, no es mi cometido valorar lo que pueda suceder esta noche en el Manzanares.

El motivo de esta entrada es recordar mis vivencias en las finales de Copa que he podido presenciar. Debo destacar que en las 3 a las que he podido asistir en directo en ninguna me he podido traer el trofeo para Madrid. Tanto en Sevilla´99, como en Valencia´00 y Barcelona´10 me he vuelto con derrota. Cada una tiene su recuerdo. La primera frente al Valencia del Piojo y Mendieta, en la que fuimos un pelele en manos de los “Che”. La segunda, en Mestalla, con aquel gol de Tamudo a Toni, disputada con el equipo vergonzosamente descendido a Segunda. Y la última, y más reciente, en el Camp Nou.


Recuerdo que 48 horas antes del partido mi hermano y mi cuñada no disponían de entrada y que acabaron consiguiendola. Aquel viaje en coche repleto de ilusión después de haber ganado en Hamburgo (a esa no fui, como a la de Mónaco o Bucarest, je). Aquella marea rojiblanca que invadió la Ciudad Condal. Imposible olvidar la cara de los barceloneses que, ojipláticos, observaban una invasión de atléticos. En una de las avenidas cercanas al estadio, me pararon unos chavales de no más de 20 años. Literalmente flipaban. “Madre mía, neng, ni cuando juega el Barça, tu”, me dijeron con ese característico acento catalán. Ese quiero y no puedo en el que se convirtió el partido. La reacción final de la afición agradeciendo el esfuerzo del equipo en aquellos 10 días mágicos. El viaje de vuelta, conduciendo de noche, teniendo que parar, a dormir a mitad de camino. porque el cansancio hizo mella en nosotros. La llegada a casa llenos, más que nunca, de estar orgullosos de ser del Atleti. Son vivencias que no podre olvidar jamás.

Espero que hoy impere el civismo, aunque parece difícil. Ojalá pronto podamos volver a vivir una nueva final de Copa. Queda demasiado lejos aquel cabezazo de Pantic (otro nombre que ha estado de actualidad estos días pasados) en Zaragoza. Ni que decir tiene que en La Romareda no estuve. Creo que fue una de las claves de la victoria. No me cabe la menor duda…

¡¡¡VIVA LA COPA DEL REY!!!

¡¡¡VIVA ESPAÑA!!!.

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